Me refiero al programa de Pepa Buena en la 1, en la pública, en la de todos. Y en la de todas, que ahí se les olvida la “equidad”. Pero bueno, siempre nos quedará París, gritaran algunos nostálgicos unos diez años mayor que el que suscribe. Pues ahora, esos melancólicos, tras estar en la trinchera durante tanto tiempo, no han dudado, otros dirían en bajarse el pantalón, pero no voy a llegar a tanto, diré que arquean la ceja y ya está.
Estas y estos nostálgicos se sentirán aliviados cuando vean que piden resignación desde las ondas públicas a aquellas y aquellos que tienen que vender su piso porque no pueden hacer frente a la hipoteca. Pues ya se sabe los contratos inestables y la burbuja económica crea auténticos dramas. Y a esas personas ahora no les queda otro remedio que vender el piso por menos que lo tienen hipotecado. El asesor que llevó, la buena de Pepa, es quien les pedía resignación y que adecuen los precios a la realidad y que no se basen en el precio de hace un año, pues la situación es otra. ¡Y tanto! Este asesor, desde su asepsia impoluta de analista economista, no tiene la facultad de ponerse en el lugar del otro, de lo que más finamente se llama empatía. No debe tenerla porque una familia que se ha hipotecado, ha empeñado 25 ó 30 años de su vida, para proceder a la compra de un piso, porque el alquiler era tan abusivo o más, y ahora tras la pérdida de trabajo, por ese pinchazo maldito, se ven obligados a la venta del mismo. Pero además, no podrán recuperar el dinero invertido y por lo tanto, seguirán pagando hipoteca sin ingresos mientras que otros van a seguir beneficiándose de la miseria y la desesperación. Es por eso digo que ese analista no tiene la capacidad de ponerse en lugar del otro o, simplemente, tiene, lo que se dice, malas entrañas.
Porque analizando el consejo de vender, que en cierto modo entra dentro de la lógica, nadie dijo que el constructor en su día se benefició de esa burbuja y el dinero lo tendrá a buen recaudo. Hablando de recaudo, si no pagan la hipoteca el banco o caja que sí sabe conjugar este verbo con habilidad, no entiende de situaciones extremas y o pagan o lo pierden todo. Mientras tanto hay situaciones límites y desesperadas en la que la resignación no es suficiente para pagar los plazos del banco, y éstos o se cumplen o cuando se acaba se les desahucia el piso sin más.
En cualquier caso los banqueros y constructores van a conseguir beneficios a cambios de las penalidades y situaciones extremas. Pero eso no es raro, es de esperar estos señores viven, y muy bien, de aprovecharse de las miserias humanas. Por eso no me asombro. Lo que sí me causa asombro es que otras y otros arqueen la ceja mientras ocurre algo tan graves y se alineen con los que piden resignación ante situaciones tan extremas. Eso me cuesta más comprenderlo. Ellos que vivieron esa eclosión de libertad del París del 68, ahora, sin embargo, compondrán canciones y realizaran películas que sean un canto a la resignación y que suavicen la desesperanza de quienes han perdido todo y esperan el desahucio, para que no se rebelen y lo acepten con la cabeza gacha. Pues no podemos olvidar que resignarse tiene que ver con un acto de sumisión, de mansedumbre, de ceder para causar trastornos. Es por ello que considero que han cambiado ese mayo del 68 por un colorcillo similar al morado de esos billetes que ni se ven pero existen.
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