27 ago 2013

La NO intervención y sus consecuencias



Está más de moda que nunca el no intervenir. Se ha adoptado el apoliticismo casi como una religión o estilo de vida para demostrar que estamos lejos de la corrupción y que somos castos y puros. Nada más lejos de la verdad. La falta de acción es la mayor de las acciones contra, en muchas de las ocasiones, el propio individuo que deja de actuar y por su puesto contra la gran mayoría de personas que habitamos en el planeta tierra, pues las consecuencias son tan globales como la economía.
No me estoy refiriendo a quienes actúan desde la libre decisión de la no participación en partidos políticos, sino me refiero a esas personas que están a verlas venir pensando que alguien debe arreglarlo, mientras vocifera con el dicho de todos son iguales que no deja de ser una contradicción en sí misma, pues si son iguales ¿quién lo va a arreglar?
Dejar todo en manos de esa casta política creada y generada por acción u omisión nuestras, no es más que hacer más de lo mismo, sin otro fin de seguir tumbado bajo la higuera con la boca abierta esperando a que el fruto de ésta nos caiga justo en la boca.
La no intervención es como mínimo un sonrojo para aquellos que dieron su vida para conseguir las conquistas sociales que ahora se están evaporando ante la pasividad de muchos y la indignación y actuación de un puñado, cada vez mayor, de personas que siguen peleando, de un modo otro, para no retroceder más. Ser apolítico es una opción que si se adopta desde la pasividad sólo beneficia al pudiente y sus estratagemas para retroceder cien años en los avances sociales y laborales conseguidos. Los de siempre han aprendido a utilizar el juego legal en vez de las abominables tácticas de represión que han sido vilipendiadas por el mundo entero. Han cambiado de talante para dulcificar desde la “legalidad” sus acometidas pero ahora igual que antes provocan situaciones de carencia de alimentos, vivienda, sanidad, educación a la gran mayoría mientras ellos amasan grandes fortunas. Ante esto se puede ser muchas cosas pero no apolítico, pues la política debe entenderse como la actividad del ciudadano que interviene en los asuntos públicos con su opinión, con su voto, o de cualquier otro modo, cosa distinta será que haya que cambiar el modo en el que nos dejan a los ciudadanos esta intervención y ahí se puede combatir desde distintos frentes, pero jamás desde ser ajeno a la política porque entonces dejaremos en manos de ese puñado de pudientes las decisiones de todo.
Considero imprescindible que las personas queramos intervenir en los asuntos públicos con decisión de transformar este sistema injusto, inmoral e ilegal, la forma de organizarse para dicha intervención debe decidirla la mayoría y no esa casta política que hay que derrocar en cualquier caso y defender la intervención del pueblo en los asuntos que les concierne. Las imposiciones y limitaciones democráticas impuestas por los mercados amparados por las políticas comunitarias son las primeras cadenas que hay que romper para salir de esta esclavitud sin grilletes pero igual de efectiva que la que los tenía. El síndrome de Estocolmo parece que es el que ata a los tiranizados y los hace vivir  en una ilusa libertad a los que les someten los secuestradores.

5 may 2013

Ni soy de aqui ni de allá.



Ahora que, con la llegada de personas de fuera de nuestras fronteras, reclamos que los que somos de aquí deberíamos de gozar de más favores que los no nacidos. Esto no es otra cosa que hacer valer nuestra legitimidad como habitantes y moradores de esta tierra: La nuestra. Pero bastaría recordar que los primeros habitantes de estas tierras, según el yacimiento del municipio grandino de Orce, está datado en 1,5 millones de años.  Esto debería ser  suficiente para ver desde otra perspectiva la seña de identidad de los que, erróneamente, se sienten con más derechos que otros por extranjeros. Sin duda esos primeros habitantes vinieron de fuera y más concretamente nos dicen que arribaron a través del corredor de Palestina bordeando el Mediterráneo por el norte, por lo que la colonización de Europa se realizó, según estos expertos, a través del estrecho de Gibraltar.

En todo caso queda demostrado que la raza humana es de tradición transeúnte, no ha dejado de vagar por nuestro planeta en busca de mejores formas de vida o que ésta sea más apacible. Por lo que somos habitantes del mundo, más que de un lugar concreto y preciso. La concepción más amplia suele dar una visión de más ancha que ayuda a enriquecernos tanto interior como exteriormente.

Todos somos hijos e hijas de la inmigración. De ese transitar de un lugar a otro. Somos de aquí y de allá. Nuestros antepasados tienen un origen único, es cierto. Pero no es menos cierto que gracias a la continua diáspora de la raza humana ha sido posible que el planeta esté habitado en todos sus confines.

El miedo a lo desconocido, a lo extraño, a lo foráneo no puede hacernos perder la orientación sobre el sentimiento de hermandad que debe estar por encima del de rechazo a los diferente por el simple hecho de serlo. Para superarlo sería conveniente pensar que ese mismo miedo se tiene a la inversa.

La amplitud de miras en las relaciones sociales es una buena terapia para abrirnos a los otros. El sentimiento solidario de gran calado en nuestros antepasados en épocas donde el compartir se hacía desde la escasez es un gran ejemplo para quienes hoy no padecemos, aún, esa insuficiencia. El comportarnos con los que vienen de otros sitios como lo han hecho las generaciones anteriores sería un comportamiento propio de lo que siempre ha hecho.

Tenemos que pensar que los primeros habitantes de esta península son aquellos que se aventuraron hace más de 1,5 millones de años en adentrarse a esta tierra, que también venían (o en ese caso debería decir veníamos) de fuera. Vendrían con miedo a ser recibidos hostilmente y se hallaron una tierra deshabitada en la que decidieron asentarse porque les era propicia para el alimento, objetivo básico de aquellos primeros pobladores. Hoy, tantísimos años después, nuevos transeúntes se aproximan a estas latitudes en busca de ese bien básico: el alimento, tanto propio como el de los suyos. Negarles esa posibilidad es negarnoslo a nosotros mismos como pobladores de este planeta, eso sin decir que esta negativa es suprimir el sentimiento de amor al prójimo que debería ser el primer artículo en cualquier Constitución o Carta de Derechos Humanos.

16 abr 2013

Ondas y Hordas

El tiempo que me ha tocado vivir no es tan duro como una postguerra, eso es cierto, pero es muy falso. Sí falso. Me dicen que vivo en una democracia, en libertad: Todo mentira. No paro de escuchar por televisión continuados envites a la libertad de expresión o a esa especie de derecho al pataleo que se nos otorga en la llamada carta magna que sirve de todo menos para cumplirla. Se criminaliza, por otro lado, el derecho a manifestarse o el de la participación que estaba incluso recogido, en un modo u otro, en la antigua Grecia (la moderna ya sabemos cómo está) de cuyos principios ha manado la democracia, que aunque sea reiterarme quiero decir que demo significa pueblo y cracia poder, lo que vendría a ser el poder del pueblo.

Una vez hecha esta reflexión me pregunto dónde está ese poder, si no le puedo exigir a quienes son cargos públicos que cumplan con la misión o con el programa electoral con el que se presentaron a las elecciones, por supuesto estoy hablando de acciones pacíficas.  Donde está el poder del pueblo cuando me (nos) hacen pagar una deuda que jamás contraje ni firmé ni una letra para endeudarme. Tampoco está ésta generada por la construcción de infraestructuras ni el disfrute de servicios públicos que en demasía tenga (tengamos), más bien al contrario, cada vez hay menos trayectos de trenes, líneas de autobuses, los espacios públicos siguen estando tan indecorosamente mal cuidados como de costumbre, las plazas de médicos o educadores tampoco se ha incrementado en los últimos años y así podría seguir. Entonces dónde y quién se ha endeudado y quién ha generado esa deuda y sobretodo quién se está enriqueciendo con ella. La respuesta está clara: Políticos Corruptos, Banqueros y Especuladores, que son a los mismos que ahora dicen que no se le puede pedir cuentas de manera directa. Vamos a ver, ¿ellos pueden robarme de manera directa pero a ellos no les puedo pedir de manera directa responsabilidades? Señores la parte de deuda que pago es la parte del botín que ustedes me han usurpado, después, los políticos, se han encargado de  legislar para legitimar el pago de la misma y que ahora lo vuelven a hacer para que no les pueda molestar en la calle donde usted reside. ¡Qué desvergüenza! Aunque por otro lado con esto no descubro nada.

Vivo en un país donde cada año el jefe de estado me dice que todos somos iguales ante la ley, pero él y su figura es inviolable que significa que no puede ser juzgado. Pero saltándome este “pequeño” detalle, es que ni por asomo es este un estado de derecho y voy a explicar porqué, si por error no pago a hacienda algo que me correspondía, esa cantidad la tendría que tributar con recargo y con medidas, estás sí, coactivas, pero si embargo si alguien evade millones de euros de este país y lo pillan pues loa señores políticos lo amnistían. Esto no es serio o mejor dicho esto es muy grave. Podría continuar poniendo ejemplos pero creo que está suficientemente explicado. 

Ante lo dicho podría parecer que soy una persona que lo ve todo desde un prisma demasiado negativo, incluso puede ser que a veces me lo haya creído, porque ustedes, medios de comunicación, son muy buenos y me hacen creer que estoy malhumorado con todos y con todo, pero no es así y como todo lo voy a tratar de explicar. Puedo en este momento afirmar con total rotundidad que estamos sometidos a la tiranía del mercado, ese ente abstracto aunque no lo es tanto porque ya ha habido quien ha demostrado que hay detrás de él personas que tienen nombre y apellidos y que éstas sin presentarse a la voluntad de las urnas mandan aunque no gobiernen, pero lo llaman democracia. Hay varios ejemplos pero los más nítidos y recientes son cuando nombraron en Grecia (cuna de la democracia, entre otras cosas) e Italia, a tecnócratas para que gobernaran estos países e hicieran lo que tenían que hacer (cómo me suena esa frase) sin intereses de partidistas, según nos contaron. Explicado de  otra manera, su misión eran postrar a los estados a las exigencias tiránicas del mercado que no olvidemos que está manejado por personas a las que se les inyectan cantidades de dinero público para calmar a aquellos –los mercados- cuando en realidad los calmados son éstos –las personas que los controlan-. Pero he de reconocer que el cuento de los tecnócratas les funcionó. Estos personas apolíticas no lo eran tanto porque hasta poco antes de ser nombrados presidentes estaban en nóminas de alguna agencia de calificación, del Fondo Monetario Internacional o el Banco Central Europeo o habían estado en varios de éstos incluso, por lo que poco tardé a averiguar los intereses políticos que les movían: El beneficio económico desmesurado de sus mentores y los propios. Pero no queda ahí la cosa, en ambos estados, republicanos por cierto, tras un periodo donde ha gobernado el títere de esos entes abstractos se han celebrado elecciones y como el resultado de las urnas no ha sido el que le interesaba a esos señores no han tenido escrúpulos en convocar de nuevo otras elecciones y así habrían continuado hasta que ganen quienes ellos quieren. Ahora comprenderéis quienes leáis esto que esté convencido que esto no es ni democracia ni estado de derecho, aunque aún así, aún llevando la razón en lo dicho si protesto me pueden identificar y acusar de no sé cuantos delitos y no es baladí lo están haciendo, están intimidando al pueblo para que no proteste, para que el miedo se apodere del sueño de convertirnos en personas libres.

Ahora está lo de Venezuela, donde están acondicionando todo para dar un golpe de estado, pero ese es tema aparte y requeriría un análisis para ese país en solitario, así es que no me voy a meter en él de momento.

Con anterioridad he destacado que tanto Italia como Grecia son repúblicas y voy a dar una explicación de porqué lo he dicho. Estamos ahora mismo en este país que goza del mayor clamor republicano de la historia democrática reciente. Incluso amigos míos también republicanos me dicen,  diría que me llegan a asegurar, que su advenimiento está muy cerquita. Me alegraría inmensamente que se cumplan esos deseos. Ahora bien la república que anhelo no quiero que sea en la que los que manden sea los banqueros y especuladores como hasta ahora, sino que éste resida el pueblo. Si es esa la república que llega bienvenida sea, para la otra no estoy preparado.

De todos modos que nadie tema, las hordas de las ondas ya apaciguaran los clamores populares (me refiero a los del pueblo) que claman libertad e igualdad, de esto modo servirán fielmente al mercado que es quien paga los suelos de los que aparecen en los medios bien armados, pues no los considero comunicadores sino grandes cirujanos en el arte de la lobotomía.