Cuanto se someten voluntariamente al yugo a la orden del capataz sin rechistar es síntoma que sino todo, mucho está perdido y que será arduo el camino para recuperar el espíritu de aquellos leones que ante el castigo se rebelaban y al mismo tiempo castigaban con sus clamorosas zarpas, según versos Miguel Hernández, poeta del pueblo.
Personalmente considero algo
deplorable digno de tiempos más difíciles donde faltaba el pan pero no la dignidad,
donde la miseria era la que reinaba pero no era lo suficiente razón para doblegar a la resignación a quienes la
padecían.
Tiempos de desnutrición menos
severa que ahora, de escasez de todo tipo pero a fuerza de yunque forjaba
mujeres y hombres libres con la conciencia clara de que los aires de emancipación
deberían ser arrancados a quienes les querían arrebatar hasta la humanidad y
convertirlos en piezas útiles y serviles de esa cadena de engranaje que sirve
para mover la polea que satisface a los avarientos.
Hoy en día los vientos andan
revueltos y nos traen páginas del pasado que consideramos olvidadas, pero que
se reencarnan con la misma crudeza y muchos actores que están desarmados desde el punto de vista de la
dignidad y el pundonor que es necesario para que no nos sean arrebatadas las
conquistas sociales de aquellas personas luchadoras que pretendían, por encima
de todo, la mejora del colectivo al individual.
Se observan largas colas pidiendo
pan y sometidas al yugo, sería bueno mirarse al espejo de aquellas personas
aguerridas que pensaron en dejarnos un mundo mejor y sin pensar en los
retorcijones de las tripas vacías hacían un reparto de la escasez sin dejar a
un lado la dignidad siendo conscientes
que una vez sometidos la salvación está más lejos, que el capataz siempre dará
las órdenes más conveniente para que todo salga según el mandato del tirano y
que los aplausos de éste no serán la recompensa de un mundo mejor para la
mayoría sino para sus intereses propios y por lo tanto la satisfacción de las
palmas solo servirán para reconfortar el esfuerzo pero jamás para destrozar el
yugo.