Cuando escribía el artículo sobre el premio nobel de la ¿paz?, pensé que sería el último de este año 2009. Sin embargo algo me ha hecho volver a emborronar, negro sobre blanco, otro papel.
Considero que la noticia tiene la suficiente trascendencia para dedicarle un tiempo y opinar desde otro punto de vista. Estoy hablando de Air Comet, la famosa aerolínea que ha solicitado un expediente de regulación de empleo que supondrá el despido de las 640 trabajadoras y trabajadores que tiene en plantilla, curiosamente unos días antes había escuchado en otro programa que en estas fechas “entrañables” solían retrase los despidos. A modo de comentario diré que la primera noticia sobre este tema la oí por radio y como en inglés me manejo regular, al escuchar Air Comet, pensé que decían ¿qué comen? De ahí el título. Pues los empleados de esta compañía llevan varios meses sin cobrar y se les adeuda, en su totalidad, unos 2 millones y medio de euros, según distintas informaciones (1).
Cabe destacar que la mayoría de los 7 mil afectados son inmigrantes que iban, algunos tras varios años, a ver a su familia al otro lado del atlántico. Uno de ellos manifestaba que le costaba el billete unos mil euros. Echando cuentas a groso modo supone 7 millones de euros que han ido del bolsillo de los que menos tienen a los que más poseen (2).
Uno de los dueños de la compañía ha declarado que él jamás habría comprado un billete de Air Comet (3), dado que la mala situación de la compañía se sabía gracias a los medios de comunicación, en un intento incalificable de culpar a los pasajeros de su situación. Ante afirmaciones de este calibre cabe preguntarse por qué él seguía vendiendo por internet, según manifestaba ante los micrófonos de una cadena televisiva un afectado, pasajes de vuelos que no despegarían nunca pues ya se había declarado la suspensión de la aerolínea.
Por supuesto una vez más es necesaria la intervención pública para resarcir los desmanes de la libre economía de mercado, que jamás reparte beneficios, para transportar a sus destinos a quienes han sido embaucados el estado tendrá que poner de las arcas públicas 6 millones trescientos mil euros.
Lo que no entiendo es que tras todo esto haya quien cuestione que uno de los dueños de esta aerolínea no sea digno representante de los empresarios españoles, opino que, una vez analizados detenidamente los hechos, nadie podría personificar mejor a este gremio.
Después de escribir este artículo lo que más me cuesta entender es como se puede tener en prisión preventiva al director de Greenpeace España, Juan López de Uralde, hasta el 7 de enero por protagonizar una protesta pacífica en la cena de gala durante la Cumbre del Clima de Copenhague, mientras verdaderos delincuentes campean a sus anchas con total impunidad. Que nadie se sienta aludido.
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