Leo una noticia en la publicación digital del periódico provincial donde se afirma que se ha desarticulado una red de inmigración clandestina. En ella se nos dice: “La estafa que han realizado a un total de 25 personas ha sido llevada a cabo por dos súbditos marroquíes y un empresario español”.
Difiero con la noticia en que esto sea una estafa, pues esta es un delito consistente en provocar un perjuicio patrimonial a alguien mediante engaño y con ánimo de lucro. Y lo que han hecho estos tres "personajes" no ha sido provocar un perjuicio patrimonial porque ningún patrimonio tiene la miseria o mejor dicho esta es patrimonio de los que nada tienen. No dudo en afirmar que son unas aves de rapiña pues de forma coloquial es así como se define a las personas que se apoderan con violencia o astucia de lo que no es suyo. Y considero que hay una gran violencia en robar a los no tienen nada.
Aprovecho estas líneas para decir que esto no es un caso aislado y que hay más de un empresario que se dedica afanosamente a aprovecharse de los que tan sólo poseen de modo abundante el miedo a ser deportados a la miseria.
Los marroquíes eran los ganchos perfectos para confiar a quienes son clandestinos por desesperación. Que alguien viva a cuerpo de rey con los ahorros del hambre es bochornoso, aunque para sentir esto hay que tener vergüenza torera y de ésta están muy escasos más de uno por estas tierras.
Confesión y comunión redime todos los pecados deben pensar quienes así actúan, olvidándose que no cumplen con la ética de la reciprocidad también llamada como la regla oro, aunque esto no es nada nuevo.