Venimos de muy abajo, de tan abajo que el suelo era el cielo. Siempre
sonreímos ante cualquier adversidad, aunque antes maldecimos hasta
desgaznatar. En casa de los pobres son pocas las alegrías y con pan son
menos las penas, pero no siempre hay pan ni alegrías por las que brindar
a salud de esas pocas cosas que nos hacen felices. Hay quien quiere
salir de esa cueva que fue picada sobre
la roca para incrustase dentro de las entrañas de la mama pacha que nos
vio nacer y que nos dará el cobijo, de un modo u otro, al final de estos
días efímeros que permanecemos sobre ella. Nos engañamos una y otra vez
cuando afirmamos que finiquitar es un gesto que a todos nos igual, pues
todos lo vamos a hacer. Hay más gestos que no porque todos lo hagamos
significan que seamos iguales, más bien marcan diferencias.
Seguimos tan abajo que los de arriba no pisan el suelo, caminan sobre
los cuerpos de los hundidos en el fango, de los que han sido tumbados
como esos muñequitos de feria que esperan erguidos ser volteados por la
pelota que lanzada con rabia impacta sobre sus cuerpos. Siempre hay
algún afortunado que acaba de pie derecho aunque dolorido por el golpe
hasta que alguien lo preparada para el siguiente envite, al final
ninguno se salva de besar la lona en repetidas ocasiones. Pero siempre
lucen sonrientes y desafiantes a pecho descubierto a un nuevo
lanzamiento, esa es su vida y pienso que es muy parecida a la nuestra.
Vida y feria van unidas ya cantaron aquello de la vida de un tómbola,
aunque a veces parece más bien un tío vivo que gira y gira sin ir a
ningún sitio determinado pero el que nos sentimos felices hasta que toca
el final y nos damos cuenta que todo era una ilusión. Alguien manda
parar y cuando más gente hay esperando antes llega ese momento tan
indeseable, es la ley de la oferta y la demanda. Está claro que si nada
cambia y la satisfacción depende de quién sale ganando cuando más
ilusiones se centren en una atracción que satisface unos minutos pero
que frustra hasta la próxima vez que tengamos la fortuna de poder
acceder a ese estado de felicidad embaucador, seguiremos estando a
expensas de ese manipulador de sueños que nos hace creer que la
prosperidad será para todos y para siempre.
Espero que por unos
días nos hayamos evadidos de los problemas que nos acucian, pero
debemos ser conscientes que el tío vivo se para y en unas horas
volveremos a la dura realidad que para la mayoría nos supone el día a
día.