La posibilidad de recuperación de la justicia es nula |
La palabra perdón tiene distintos significados, pero en esta ocasión me voy a centrar concretamente en las entradas 2 y 4 de la Real Academia de la Lengua Española, que respectivamente dicen que perdón es la remisión de la pena merecida, de la ofensa recibida o de alguna deuda u obligación pendiente y para pedir disculpas.
El señor Harald Stock, dueño de la farmacéutica alemana Grünenthal, fabricante de la talidomida, comercializada en los años 50 para tratar las náuseas en embarazadas, ha pedido perdón a las víctimas provocadas por este medicamento, causante de graves malformaciones fetales la cifra de afectados es alrededor de 10.000 personas en todo el mundo.
Sería loable esta petición de perdón a la víctimas sino fuese porque con eso no llega a paliar el gran sufrimiento padecido por las personas afectadas y da la impresión que sale muy "barato" causar daño, aunque sea de manera involutaria, a los demás. Por poner un ejemplo el atropello a un peatón también es involuntario, salvo causas extremas, y no basta con la petición de perdón, sino que la aseguradora debe indemnizar a la víctima según la gravedad que haya causado el atropello y si hay casos que el conductor puede acabar en la cárcel por ese acto. Sin embargo a este empresario le ha salido muy económico causar, de manera involuntaria, dolor, teniendo además en cuenta con la venta de ese producto ha sacado un beneficio económico, algo que el conductor del automóvil que atropelle a un peatón no obtiene, he ahí otra diferencia entre ser conductor o empresario, esta diferencia tiene su origen en los encargados de legislar y en los de aplicar las leyes.
He comentado que ha salido económico porque la cantidad que ha aportado hasta la fecha a las 10 mil víctimas has sido un fondo de 200 millones de marcos
(unos 100 millones de euros), aportado a partes iguales por la
farmacéutica Grünenthal y por el Estado alemán (ya se sabe eso de los beneficios privados y las pérdidas, o indemnizaciones en este caso, socializadas), lo que significa unos 10 mil euros persona afecta teniendo que teniendo en cuenta lo invalidante de las malformaciones es bastante insignificante. Además es necesario tener en cuanta que esta aportación económica llegó en el año 1971, 20 años después, tras arduos enfrentamientos, por lo que se deduce que tampoco estaba muy convencido el señor Stock de responder económicamente ante las personas afectadas por el medicamento que su farmaceútica comercializó. El perdón, como reconocimiento del daño causado, ha tardado más años, desconozco si ha sido por aquello de la preescripción del acto cometido o si habrá sido un arrepentimiento real o simplemente habrá sido un acto publicitario más.
La conclusión es que según a quién le sale muy económico causar daño, según a quién se les exige que sin arrepentimiento, entendido este como petición de perdón a las víctimas, no hay excarcelación, aunque en este caso ni siquiera ha habido privación de libertad. En definitiva la sensación, o algo más que eso, es que en la justicia hay dos raseros diferentes con el que se trata a los poderosos y el que se nos aplica al resto.