2 abr 2015

Yugos soportados en un silencio clamoroso


Cuanto se someten voluntariamente al yugo a la orden del capataz sin rechistar es síntoma que sino todo, mucho está perdido y que será arduo el camino para recuperar el espíritu de aquellos leones que ante el castigo se rebelaban y al mismo tiempo castigaban con sus clamorosas zarpas, según versos Miguel Hernández, poeta del pueblo.


Personalmente considero algo deplorable digno de tiempos más difíciles donde faltaba el pan pero no la dignidad, donde la miseria era la que reinaba pero no era lo suficiente razón para  doblegar a la resignación a quienes la padecían.

Tiempos de desnutrición menos severa que ahora, de escasez de todo tipo pero a fuerza de yunque forjaba mujeres y hombres libres con la conciencia clara de que los aires de emancipación deberían ser arrancados a quienes les querían arrebatar hasta la humanidad y convertirlos en piezas útiles y serviles de esa cadena de engranaje que sirve para mover la polea que satisface a los avarientos.

Hoy en día los vientos andan revueltos y nos traen páginas del pasado que consideramos olvidadas, pero que se reencarnan con la misma crudeza y muchos actores que están  desarmados desde el punto de vista de la dignidad y el pundonor que es necesario para que no nos sean arrebatadas las conquistas sociales de aquellas personas luchadoras que pretendían, por encima de todo, la mejora del colectivo al individual.

Se observan largas colas pidiendo pan y sometidas al yugo, sería bueno mirarse al espejo de aquellas personas aguerridas que pensaron en dejarnos un mundo mejor y sin pensar en los retorcijones de las tripas vacías hacían un reparto de la escasez sin dejar a un lado la dignidad  siendo conscientes que una vez sometidos la salvación está más lejos, que el capataz siempre dará las órdenes más conveniente para que todo salga según el mandato del tirano y que los aplausos de éste no serán la recompensa de un mundo mejor para la mayoría sino para sus intereses propios y por lo tanto la satisfacción de las palmas solo servirán para reconfortar el esfuerzo pero jamás para destrozar el yugo.