31 ene 2010

El precio de la vida

En un informativo deportivo cuando daban la noticia sobre el tiroteo que sufrió el autobús de la selección de fútbol de Togo, mientras viajaba a Angola a disputar la Copa de África, dice de manera textual: “…imagínense ustedes si en vez de ser la selección de Togo es la de Brasil o España…”. Lo que quería decirnos es que cada vida tiene un valor según el país de procedencia o, quizás se refería en este caso, a lo valorado que cada persona esté. Se podría deducir de esta frase que la vida de un futbolista desconocido de Togo no tiene el mismo valor que la de un jugador de la selección española o brasileña: ¡qué barbaridad!

La noche anterior a esta trágica noticia escuchaba en la radio que en la población de Vic, gobernada por CiU, PSC (PSOE de Cataluña) y ERC, no va a permitir el empadronamiento de las personas migrantes que no posean permiso de residencia. Decían, en ese mismo programa radiofónico, que una moción muy parecida a la mencionada fue presentada por un partido de extrema derecha, aunque por entonces obtuvo el rechazo del consistorio. Al parecer ante el aumento paulatino en las urnas de ese partido han aplicado, los que gobiernan a la limón, ese dicho de si no puedes con tu enemigo únete a él.

Estimo que se están dando las condiciones idóneas para el cultivo de la xenofobia y el racismo. Esto, lejos de ser una afirmación gratuita, queda demostrado con el hecho de que partidos políticos a los que se les supone progresistas (léase PSOE y ERC) apoyen medidas de este tipo o que presentadores televisivos de cadenas “progres” valoren en distinta medida las vidas en función de la clase social a la que pertenezcan. Actitudes de este tipo vienen a reforzar posturas intransigentes que jamás han sido desterradas, pero que parecían alejadas de nuestro código ético de conducta.

Los ataques en informativos de manera sistemática a quienes plantean que hay “Otro Mundo Posible”, y me atrevo a decir que necesario, contrasta con la condescendencia hacia políticos europeos, que tienen más similitudes con Mussolini o Hitler, lo que dará lugar al aumento del racismo, ante la pasividad cuando no permisividad de la mayoría de la sociedad civil. Declaraciones y actuaciones como las aquí expresadas dejan en papel mojado y supone un inminente retroceso en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que significa un claro embrutecimiento en las relaciones entre personas, marcando una clara división entre las latitudes opulentas y los países empobrecidos por éstas, que no es otra cosa que la lucha sin cuartel entre los privilegiados que quieren seguir siéndolo a costa de la vida de los que no tienen nada.